Como ejemplo quería exponer una experiencia en la Masia CanPortell a la que acudí con mi familia el pasado domingo 18 de marzo.
Cuando las personas vamos a un buen restaurante no solo
esperamos comer bien sino también recibir un buen trato, que el ambiente sea el
adecuado, en definitiva buscamos “compartir una experiencia completa”. La
imagen de marca de un restaurante tiene que estar diseñada a través del
marketing y la comunicación, pero una buena imagen no es suficiente si no se
cuida.
Si cuando visitamos un restaurante percibimos una imagen
única y diferente hará que nuestra preferencia aumente. Hacen falta estrategias
de comunicación enfocadas a la satisfacción de los clientes para conseguir
nuestra fidelidad. Hay restaurantes que se centran sólo en la parte culinaria,
que es muy importante, pero no es lo único que hay que cuidar, ofrecer una
excelente cocina no es ofrecer la “experiencia completa”. Son muchos los
ingredientes que se deben añadir para que nuestra visita roce la perfección.
El domingo pasado nos reunimos en familia para realizar la
calçotada anual y vivir “esa experiencia completa” en la Masia Can Portell, un
lugar al que acudimos anualmente. Uno de los restaurantes con más prestigio en
la preparación de calçots de Catalunya que siempre esta repleto de gente. Tanto
es así que siguen manteniendo los dos turnos a pesar de la crisis económica
actual. Sabiendo de su éxito, reservamos con antelación para 15 personas en el
primer turno, el de las 13:00, para evitar cualquier tipo de contratiempo. Sin
embargo, cuál fue nuestra sorpresa, cuando al llegar nos indicaron cuál era
nuestra mesa: una mesa redonda para 10 personas, a la que añadieron una mesa
auxiliar (de las que utilizan para ayudarse al servir los platos y las bebidas)
para los 5 restantes. Teniendo en cuenta la importancia de la primera
impresión, el restaurante no lo podía haber hecho peor: la mesa resultaba
incómoda tanto para sentarse, como para comer –tal como se verá en la imagen,
no sobraba el espacio–, así como para comunicarse con el resto de comensales.
Esta es la primera impresión que recibimos al llegar y por
supuesto no nos causó buena imagen para un restaurante de las características
de Can Portell.
Aún sigo sin comprender el servicio que nos dieron en un lugar
de éxito con más de 25 años de historia dónde suelen acudir personas
importantes y reconocidas. Hacia pocas semanas que habían estado en Can Portell
algunos de los jugadores del primer equipo del FCBarcelona como Pedro o el
capitán, Carles Puyol. El mismo domingo estaba en otra mesa el Delegado del
FCBarcelona, Carlos Naval. A no ser que con ellos el trato fuera diferente, no
comprendo el éxito reciente del lugar. La asistencia de gente famosa al
restaurante está muy bien como publicidad y marketing, pero donde realmente una
empresa de estas características saca partido es de la buena imagen que da ante
todos y cada uno de sus clientes, que es con los que realmente funcionará el
“boca a boca”.
Pienso que todo restaurante tiene que tener claro cuál es su
público objetivo, su target y entender porqué van al restaurante y cómo se les puede atender mejor. Las personas que van a un restaurante como Can Portell
(precio medio-alto) esperan un servicio a la altura para cumplir con sus
expectativas.
La verdad es que todos intentamos tomarnos la experiencia de manera positiva porque lo más importante es el significado de reunirse con los familiares, pero no
recibimos el servicio esperado e incluso emitimos una reclamación al acabar
la comida. Debido al estrés y la saturación de los camareros tuvimos que
recibir malas caras, platos a deshora, carne a medio hacer… Todo es imagen y hay que cuidar cada
detalle. La amabilidad y atención de los camareros es indispensable para
sentirte bien. Por desgracia y por primera vez en Can Portell, no disfrutamos de
la “experiencia completa”.
Los calçots estaban deliciosos, como siempre, pero la
atención dejó mucho que desear. Los camareros no fueron lo suficientemente
atentos, agradables y serviciales, algunos parecía que no tenían ganas de
trabajar, se les veía agobiados, cansados y saturados. Hubo descontrol en
cuanto a los platos: mientras que unos tardaron muchísimo en llegar, algunos de
los que sí lo hicieron llegaron a medio cocinar. Son todo pequeños detalles que se acumulan y hacen que tu
experiencia no sea satisfactoria y no quieras regresar.
No quiere decir que todo fuera negativo, por supuesto. Uno
de los diferenciales del restaurante es su fantástica ubicación en plena
naturaleza, en el corazón del Parque natural de Collserola. No obstante, podría
mejorarse el aparcamiento: el acceso no está asfaltado y, debido a la afluencia
de vehículos, los coches aparcados acaban llenos de polvo. Cuantas más
comodidades tenga el cliente mejor se sentirá. La ambientación también es
importante y juega un papel central, pues el ambiente comunica una imagen. Si
vamos a la Masia Can Portell esperaremos precisamente eso: un ambiente único.
Pero a veces, por encima de todo, como clientes esperamos una excelente
limpieza y atención para estar cómodos. Hay que recalcar que la limpieza fue la
adecuada y que el restaurante es muy bonito y está restaurado, además goza de
mucha luz debido a sus amplios ventanales. Pero si a eso no le acompaña un buen
servicio, no querremos volver.
El personal es una de las principales
claves de un restaurante. Un
servicio bien entrenado y motivado cocinará bien y atenderá mejor a los
clientes; naturalmente todo este esfuerzo debe estar enmarcado en un plan
ordenado y flexible.
El domingo descubrí que la Masia Can Portell no debe tener
un buen plan de marketing y comunicación. Es una lástima porque posee una larga tradición e
historia. Por ello, es una muestra de que estropear un buen producto sí es
posible. Can Portell tenía en sus manos todos los elementos para seguir siendo
un producto de éxito, pero lo que vi el domingo me impide recomendar este
restaurante. Sólo espero que esta reflexión pueda servir para que nos cuiden
más cómo clientes. Pero no sólo en un restaurante sino en cualquier tipo de
negocio, la atención al cliente es primordial y como clientes siempre
agradeceremos el buen trato. ¿Cómo? Recomendando el restaurante, con una buena
propina, volviendo otro día, etc.
Pienso que todo negocio tiene que tener en cuenta una
estrategia de marketing y con esta crisis sobrevivirán quienes tengan una marca
muy bien enfocada tanto en la calidad de la cocina como en el servicio a sus
comensales.
Ánimo desde el blog a todos los que posean un negocio sea
cuál sea su dimensión, recomiendo que utilicen estrategias de marketing, que gestionen la comunicación.
Que cuiden la imagen corporativa.
Y ya sabéis para cualquier cosa: Comunícate. Tu opinión es
importante.
Agradecimientos a mi sobrina, Marta Busto, comensal ese día
y colaboradora en la realización de este artículo. Marta es abogada opositora
pero posee grandes dotes periodísticas y organizativas.
Es una lástima que tuviéramos una mala experiencia el pasado domingo, pero como todo hay que mirarlo por el lado positivo, diremos que ha servido para reflexionar sobre el tema y redactar este artículo. ¡No hay mal que por bien no venga!
ResponderEliminarComo te comenté esta tarde, esta anécdota de Can Portell me ha recordado mucho al polémico anuncio de Loewe. De la misma manera que Loewe ha echado por tierra en poco más de tres minutos toda la historia de la marca, su estilo, clase y elegancia, el domingo Can Portell hizo que desaparecieran más de 10 años de buen servicio nada más llegar y ver la mesa supletoria y en las dos horas siguientes no hicieron nada para que no nos lleváramos esa mala impresión.
Como bien dices, hay que comunicarse, cosa que hemos cumplido muy bien con este post y con el e-mail que les hemos enviado explicándoles la experiencia.
¡Nos vemos en el próximo post!